¿El cosplay es un arte o un hobby?


• En Costa Rica el cosplay se manifiesta en diferentes escenarios como concursos,
festivales y hasta en calendarios.


por Josué Ruiz Rodríguez (colaborador)





Christinne hizo su noveno cosplay para participar en el concurso de la cafetería Casa Manga


El baño estaba lleno de mangas y personajes de animes en las paredes, mientras 

Christinne trataba de ponerse el traje escuchó un sonido metálico, al salir del 

baño se encontró de frente a su amiga Ivon de Guápiles, que traía unas grandes 

garras de metal, hace tiempo no se veían y llegaron a encontrarse en un concurso 

cosplay en la cafetería Casa Manga.


El cosplay viene de las palabras en inglés costume y play, es decir, un juego de 

disfraces y eso se reflejaba en el lugar del concurso, estatuas de ET, imágenes 

gigantes de Goku, farolas japonesas y pantallas que transmitían anime eran parte 

de la decoración sobrecargada que contrastaba con los detalles tradicionales 

de la casa que reformaron para hacer la cafetería. Varios cosplayers llegaban 

con el pasar de los minutos e intercambiaban trucos de cómo confeccionar los 

cosplay, “es mejor la fibra de vidro”, “duré como un mes haciéndolo” eran algunas 

de las frases que se escuchaban en esas charlas. Para Christinne era su noveno 

cosplay. Para ella “el cosplay no es como un disfraz que se compra, hay que tener 

paciencia para confeccionarlo y ponerle cuidado a los detalles”.


Al inicio la abuela de Christinne decía que “el anime es diabólico”, pero con el 

paso de los años terminó ayudando en la costura para los trajes. La mamá de 

Christinne hace bolsos de personajes animes y los vende en los eventos, “ahora el 

cosplay es como un negocio familiar”, decía mientras hacía fila para la sesión de 

fotos previa al concurso. Fotógrafos del Calendario Cosplay capturaban las poses 

de los cosplayers, quienes desplazaban su propia identidad y se convertían en 

esos personajes, los sentían y se creían ellos.


Calendario Cosplay un año antes



Los miembros del Calendario Cosplay aprovecharon una pausa en la lluvia para tomar 

fotografías de las cosplayers de Sucker puch



La buseta se movía de un lado a otro por las múltiples curvas del camino hacia 

Turrialba. Algunos de los pasajeros estaban casi descompuestos, pero la charla 

sobre el avance del calendario evitaba más de un vómito. “Tenemos que llegar e 

iniciar con la grabación de la cápsula”, decía Alvaro, uno de los miembros. En esa 

buseta viajaban un grupo de jóvenes entusiastas que emprendieron la labor de 

hacer un calendario cosplay. Cosplayers de Heredia, Palmares y Pérez Zeledón 

serían las modelos de esa sesión de fotos, con el tema de la película Sucker Punch.


El volcán Irazú había sido la parada anterior, donde lucharon con bajas 

temperaturas, ahora se dirigían hacía la reserva de La Marta, en Pejibaye de 

Turrialba. Después de dos horas de viaje desde el centro de San José llegaron e 

iniciaron, sin tomar tiempo para un descanso. Wen maquillaba a las cosplayers, 

Melania y Melissa, las gemelas, practicaban su locución para la cápsula que 

hacían sobre cada sesión para sus seguidores en Facebook. Todo estaba 

preparado, pero no tomaron en cuenta que setiembre era uno de los meses más 

lluviosos del año.


Lluvia, lluvia y más lluvia borraba los planes que se tenían para el día, pero ese 

espacio de espera sirvió para que los miembros reflexionaran sobre si el cosplay 

era un arte o un hobby. “Es un arte, uno tiene que hacer de todo, aprender todo y 

fabricar todo con las propias manos de uno”, explicaba Melania. “Pero también es 

un hobby, porque es una forma de invertir el tiempo y divertirse con los amigos”, 

replicaba Melissa.


La lluvia cesó por un momento y era la oportunidad de lograr tomar algunas 

fotografías, no había suficientes sombrillas, por lo que tuvieron que usar los 

reflectores del flash de las cámaras, para evitar que las cosplayers se mojaran.

Cada vez que encontraban una locación la lluvia volvía a caer con fuerza. Al final 

lograron algunas fotografías, cuando hicieron el último intento de camino a la 

zona de descanso de la reserva. “Queremos ayudar a los cosplayers nacionales a 

mostrar su talento”, explicaba el coordinador Gabriel Jiménez, mientras esperaba 

en vano que dejara de llover.


De vuelta al concurso


En una esquina de la cafetería se encontraba el pequeño stand de Calendario 

Cosplay, los calendarios tenían un precio de 2700 colones. La vendedora, 

mientras jugaba con su Nintendo DS, aclaraba a los posibles compradores que 

“las ganancias van a la Posada de Belén, que es una organización que ayuda a 

madres en riesgo social y a sus hijos”. Wen, juez del concurso, y Gabriel Jiménez 

conversaban cerca del stand y veían las fotografías que le habían tomado a los cosplayers.


Al mismo tiempo Christinne miraba desde una banca a Wen y decía “ella sí que 

hace buenos cosplay, pero es humilde y no es como los otros, es que muchos 

de los buenos cosplayers se creen que están sobre los demás y dejan que la 

competencia los controle”. E Ivon respondía “por eso yo no salgo a tarima, solo 

hago cosplay para divertirme”. “Pero los festivales también sirven para encontrarse 

con cosplayers de otras partes del país”, repuso Christinne.


Los festivales se han convertido en un espacio donde estos jóvenes intercambian 

y se sienten dentro de un grupo. Ese grupo es creado en torno al cosplay y 

es considerado por muchos como un arte. Pero los festivales grandes, como 

el Kamen y el Cosplay Party, son escenarios de una feroz competencia por el 

primer lugar. Un viaje a México para participar en otro festival más grande, son 

algunos de los premios. Esos grandes eventos que reciben a miles de personas 

cada año, iniciaron “en 1999 con los Festivales de cultura Japonesa, en el Oulet 

Mall”, explicó Ligia Villalobos, encargada de asuntos culturales de la Embajada de Japón.


Christinne estudia Ingeniería Industrial, pero eso no evita que le dedique al día 

tres horas al anime. En su cuarto tiene posters, peluches y un fondo de pantalla 

de sus animes favoritos. El cosplay también se cola en su vestimenta cotidiana, 

se confiesa fan de las lolitas, moda que surgió en Japón como un movimiento 

feminista, donde se usan ropas con estilos de otras épocas como la victoriana y 

fue popularizado con el anime en occidente.




Los jueces evaluaban los detalles en los cosplay y preguntaban cómo los hicieron


Una pequeña introducción en los altoparlantes de la cafetería dio inicio al 

concurso. Wen primero revisaba los cosplay de los participantes con fotografías 

de referencia, para constatar si le había puesto atención a los detalles. Luego de 

que los jueces se acomodaron en sus sillas, los cosplayers debían interpretar a 

sus personajes de la forma más fiel si querían ganar. Luchas, bailes y asesinatos 

simulados fueron parte de las actuaciones de los cosplayers, todo acompañado 

de la música del anime o videojuego de dónde venían los personajes. Varios 

clientes se acercaban para observar las actuaciones en el zaguán de la cafetería. 

“Ese me gusta mucho”, “pero actúa mal”, eran algunos de los comentarios que los 

espectadores trataban de hacer con voz baja, pero que no lo lograban.


Christinne jugaba con sus cabellos azules, antes de que fuera su turno. Hubo un

silencio y empezó su canción, con bastante soltura empezó a interpretar una 

coreografía, con la seguridad de alguien que la ha visto muchas veces. Movía con 

agilidad los pliegues de tela de su vestido al mismo tiempo que su cabeza y su 

sonrisa seguían el ritmo de la música. Con sus manos reforzaba la expresión de 

mujer inocente que caracterizaba su personaje. Detrás de esos pasos de baile 

seguros, la presión se apoderaba de Christinne, ya que se habían equivocado de 

canción, pero nadie notó ese detalle. Ella era la última de las concursantes, un 

aplauso siguió al final de la presentación y el ambiente de la cafetería volvió a la 

normalidad, todos retomaron sus conversaciones, a los sorbos de sus bebidas y 

dejaron de prestar atención a los cosplayers. Christinne logró empatar el primer 

lugar con otro cosplayer y al cuestionársele si el cosplay es un arte o un hobby, 

respondío “es un arte, con él mucha gente desarrolla sus habilidades en costura, 

pintura y esto lo vivimos muchos de nosotros”.

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